Talante Solidario es una formación diseñada para que quienes colaboran en entidades sociales puedan aprender y crecer mientras aportan un impacto real. Con herramientas prácticas y adaptadas a la experiencia diaria del voluntariado, fortalece habilidades como la empatía, la comunicación, la gestión emocional y el trabajo en equipo. Para organizaciones como D’Genes, esto significa voluntarios mejor preparados, más conscientes y capaces de acompañar de forma humana y cercana. Para quienes participan, es también una oportunidad de enriquecer su experiencia personal y profesional.
El objetivo de D'Genes
En D’Genes trabajan con un objetivo muy claro: mejorar la calidad de vida de las personas con enfermedades raras, sin diagnóstico y/o discapacidad, así como la de sus familias. Lo hacen a través de apoyo integral, acompañamiento, sensibilización y defensa de derechos. Los voluntarios son parte activa de esta misión, colaborando en acompañamiento, ocio inclusivo, sensibilización y apoyo directo a las familias. Como dice María Ángeles, “los voluntarios permiten que lleguemos a más familias y que nuestro impacto sea más humano y cercano”, así nos los cuenta su responsable del voluntariado dentro de la entidad, Mª Ángeles Carrión.
El valor de los voluntarios en D’Genes va más allá de la ayuda práctica: amplían la capacidad de atención de la entidad, fortalecen la sensibilización social y aportan ese toque de cercanía y solidaridad que hace que todo funcione.
“Su labor nos permite llegar a más personas y hacer más visible nuestra causa”.
Para quienes se suman como voluntarios, la experiencia es igualmente enriquecedora. Aprenden empatía real, comunicación asertiva, escucha activa, resiliencia, sensibilidad social y trabajo en equipo. Además, obtienen formación específica y certificación de su participación.
“El voluntariado te aporta un crecimiento personal enorme y te enseña a conectar con los demás de forma auténtica”.
Las habilidades de un buen voluntario
Desde D’Genes destacan tres habilidades fundamentales para cualquier voluntario: empatía, comunicación asertiva y escucha activa, y trabajo en equipo. Según ellos, estas competencias son clave para acompañar a las familias y coordinarse con otros voluntarios y profesionales de manera eficaz.
Si tuviéramos que resumir las claves de un buen voluntariado, serían: “compromiso y responsabilidad, formación continua y coherencia con los valores de inclusión, respeto y empatía”. Con estos pilares, todo lo demás se construye de manera natural.
Además, hacer voluntariado aporta un valor añadido al desarrollo profesional. Permite adquirir competencias muy valoradas en ámbitos sociales, sanitarios, educativos y comunitarios, fortalece el perfil humano y profesional y ofrece experiencia práctica y certificada.
«El voluntariado no solo te permite ayudar, también te forma y te enriquece profesionalmente”, concluye Mª Ángeles.

