Hospitalidad, escucha y compromiso: el valor del voluntariado en Jesús Abandonado a través de Talante Solidario

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Talante Solidario es un programa pensado para fortalecer el corazón del voluntariado. Su objetivo es ayudar a que cada persona que colabora en una entidad social pueda crecer, formarse y sacar lo mejor de sí misma. A través de herramientas prácticas, dinámicas y muy orientadas a la realidad diaria del voluntariado, Talante Solidario impulsa habilidades como la empatía, la comunicación afectiva, la gestión emocional o el trabajo en equipo.

Para entidades como Jesús Abandonado, contar con personas que hacen esta formación significa tener voluntarios más preparados, más conscientes y más capaces de acompañar desde una mirada profunda, respetuosa y verdaderamente humana. Para los propios voluntarios, supone un aprendizaje que les enriquece tanto a nivel personal como profesional.

El trabajo en Jesús Abandonado


En Jesús Abandonado lo tienen claro: su misión, desde el punto de vista de Yolanda Vivancos como coordinadora de voluntariado, es acompañar a quienes atraviesan momentos complicados y ayudarles a recuperar su autonomía. No se trata solo de cubrir necesidades básicas, sino de caminar junto a cada persona hasta que pueda volver a sentirse parte activa de la sociedad. Como ellos mismos explican, “atendemos a personas en situación de vulnerabilidad y les acompañamos hasta que logran una recuperación plena”.

Los voluntarios son imprescindibles en ese proceso. Su presencia se nota especialmente en el comedor social, donde ayudan a servir la comida, apoyar en las bandejas o simplemente conversar con las personas que acuden allí. Porque, como recuerdan desde la entidad, a veces lo más valioso no es el plato de comida sino “hacerles saber que al final todo irá bien”.

Cuando hablan del valor que aportan los voluntarios, lo resumen en una palabra que lo engloba todo: “hospitalidad”. Y quienes participan como voluntarios se llevan algo igual de grande: respeto y empatía hacia quienes atraviesan situaciones duras.

Un cambio de perspectiva

Muchos descubren, con el tiempo, que esta experiencia les cambia la mirada. Aprenden a romper mitos, a entender que cualquiera podría encontrarse en una situación vulnerable en un momento crítico de su vida. Valoran más lo que tienen: un hogar donde descansar o una familia que te sostiene cuando las cosas se complican. “Cualquier persona puede verse en una situación de vulnerabilidad”, repiten para recordar que nadie está tan lejos de esa realidad.

En cuanto a las habilidades que más valoran en un voluntario, destacan tres: la inteligencia emocional, porque hace falta sensibilidad para comprender las historias de los usuarios; el trabajo en equipo, porque siempre se colabora con otros voluntarios y profesionales; y la escucha activa, esencial porque muchas veces las personas solo necesitan alguien que las escuche sin juzgar.

Las claves del voluntariado

Para ellos, las claves de un buen voluntariado se resumen en “comunicación, compromiso y respeto”. Con esa base, todo lo demás surge de manera natural.

Además, están convencidos de que el voluntariado aporta un valor añadido al desarrollo profesional: permite entrenar habilidades como el trabajo en equipo, la empatía o la comunicación afectiva, y abre la posibilidad de conocer a personas de distintos ámbitos. Incluso puede marcar la diferencia a la hora de optar a un empleo.

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