Talante Solidario es una formación pensada para que quienes colaboran en entidades sociales puedan crecer, aprender y mejorar su labor como voluntarios. Con herramientas prácticas, dinámicas y muy adaptadas a la realidad del voluntariado, se fortalecen habilidades como la empatía, la comunicación afectiva, la gestión emocional o el trabajo en equipo. Para organizaciones como RedMadre, esto se traduce en voluntarios más preparados y conscientes, capaces de acompañar con sensibilidad a cada mujer que necesite su ayuda. Para quienes hacen la formación, es una oportunidad de enriquecer su experiencia personal y profesional mientras aportan un impacto real en la vida de los demás.
El trabajo en RedMadre
Desde 2007, RedMadre trabaja como una red solidaria de apoyo, asesoramiento y acompañamiento a mujeres que atraviesan un embarazo imprevisto. Su misión (tal y como nos cuenta Carmen García, presidenta de REDMADRE) va más allá de dar ayuda concreta: se trata de estar ahí, de forma cercana y personalizada, en cualquier punto de la Región de Murcia, y también de promover en la sociedad la cultura de la vida y la defensa de la maternidad. Como dicen ellos mismos, “atender y acompañar a cada mujer es nuestra prioridad, para que sienta apoyo y seguridad en un momento tan importante”.
Los voluntarios son el corazón de esta labor. Dependiendo de sus habilidades y del tiempo que puedan dedicar, se les asignan distintas tareas, pero siempre con la misma idea: formar parte de un equipo que marca la diferencia. Para poder ayudar a las mamás con éxito, reciben cursos de formación que les enseñan cómo tratar a las mujeres más vulnerables y cómo cuidar y atender sus necesidades. “Los voluntarios son el alma de RedMadre”, insisten, porque sin ellos la labor de la organización no sería posible.
Apoyar a la mujer y la maternidad puede ser tan sencillo como ofrecer cariño y acogida. Desde RedMadre explican que cuando una mujer atraviesa dificultades, “tener a alguien a quien contarle sus problemas y que le dé ánimo puede ser decisivo para que continúe con su embarazo”. Y la experiencia del voluntariado es doblemente enriquecedora: quienes entran pensando que van a ayudar, al final descubren que “las que verdaderamente te enseñan y te ayudan son las madres; recibes mucho más de lo que das”.
Compromiso, altruismo y empatía
Además de la satisfacción personal, los voluntarios aprenden habilidades clave que les acompañan en su vida diaria y profesional: empatía, escucha activa, gestión emocional y capacidad de acompañamiento. También adquieren experiencia práctica en organización y gestión de recursos, desde la clasificación de donaciones hasta la atención directa a las madres, fortaleciendo su autoestima y fomentando el vínculo afectivo con sus hijos.
Desde RedMadre destacan tres habilidades fundamentales en un voluntario: compromiso con la causa, vocación de servicio y altruismo, y empatía y afecto hacia quienes necesitan apoyo. Según ellos, estas competencias marcan la diferencia y reflejan la esencia del voluntariado.
Y si tuviéramos que resumir las claves de un buen voluntariado, serían tres: “compromiso con la causa, organización interna y ética y profesionalidad”. Con estos pilares, todo lo demás fluye.
Por último, hacer voluntariado también tiene un valor añadido para el desarrollo profesional. Permite entrenar habilidades sociales y de gestión, crear una red de contactos y obtener experiencia práctica en intervención social y atención a personas. Todo esto no solo aporta al crecimiento personal, sino que también puede ser un plus importante en un currículum, mostrando iniciativa, compromiso y capacidad de adaptación.
